Lucy presionó su frente contra la ventana. Trazó las gotas de agua en la ventana con su dedo. “Ha estado lloviendo toda la mañana. ¡No hay nada que hacer!" dijo dejando escapar un profundo suspiro.
Su hermanito Alex rebotó en el sofá. “Podríamos jugar a ser Batman, ninjas o a G.I. Joe”, dijo.
“No quiero jugar cosas aburridas de chicos. ¿Qué tal si jugamos a la casita o a la escuela? dijo Lucy.
Alex arrugó la cara. "No voy a jugar juegos de chicas".
"¿Qué tal un juego de mesa?" dijo Lucy abriendo el armario y examinando la pila de juegos. “Están Monopolio, Operación, Twister, oh… y ese gran rompecabezas de piso que te regalaron por tu cumpleaños. ¡No hemos hecho eso todavía!”
"¡Tienes razón! ¡Vamos a armarlo!” dijo Alex.
Lucy se puso de puntillas y agarró la caja del rompecabezas. La tapa mostraba la imagen del rompecabezas. Era una escena con una isla desierta, un barco gigante, un tesoro y un poderoso pirata con un loro en el hombro. Lucy tiró las piezas del rompecabezas en el suelo. Había 100 piezas cada una del tamaño de su mano.
“Empieza con las esquinas primero”, instruyó Lucy.
"Sé cómo hacer un rompecabezas", se quejó Alex. Luego encontró una esquina azul. “¡Aquí hay parte del océano!”
Lucy y Alex encontraron las cuatro piezas de las esquinas y luego comenzaron a conectarlas con los bordes rectos. Tenían el contorno completo del rompecabezas, el cual era tan grande como la mesa de su cocina. Su gato blanco y negro, Oreo, se deslizó en la cocina, mirando a Lucy y Alex trabajar.
“Ya tengo el océano listo”, dijo Lucy. “Wow, debe estar lloviendo muy fuerte. ¿Oyes como salpica todo esa agua?”
Alex reunió todas las piezas de color marrón claro y las encajó todas juntas. “¡La playa de arena está terminada!” dijo él.
Oreo se estiró y caminó por el medio del rompecabezas. Lucy lo ahuyentó y fue entonces cuando notó algo. Sus ojos se agrandaron. ¡Oreo dejó pequeñas huellas en la arena del rompecabezas! Lucy se agachó y tocó la arena, era cálida y suave como el azúcar. Ella usó su dedo para dibujar su nombre en letra cursiva.
"¡Alex! ¡Esto es arena de verdad!” Lucy dijo.
Alex no le estaba prestando atención a su hermana. Él acababa de conectar las piezas que formaban el cofre del tesoro. "¡Genial! ¡Mira todo ese oro!” este incluso brillaba como el oro real. Alex metió las manos en el cofre del tesoro y llenó sus manos con las pesadas monedas de oro; estas cayeron por entre sus dedos y tintinearon en el suelo.
“¡Vaya! ¡Es un verdadero tesoro!” dijo él mientras Oreo lanzaba una moneda de oro de un lado al otro de la cocina.
“¡Lucy, rápido! ¡Vamos a armar el resto del rompecabezas!” dijo Alex encontrando las piezas que formaban el barco. La bandera negra con una calavera y huesos cruzados ondeaba de un lado al otro con la brisa del océano, refrescando el rostro de Alex.
“Tengo el loro”, dijo Lucy poniendo la pieza en su lugar.
