por Rolli
Traducción revisada por Jorge Reyes
Cuando Twylla West se portaba bien (que no era muy a menudo) su niñera la llevaba al Zoológico Metropolitano. Y allí estaban, un día. Las dos paseaban de la mano, con sombreros rojos para el sol. A su alrededor, la gente se empujaba para ver a los animales. Pero lo único que hacían los monos, los tigres y los canguros era dormitar a la sombra, sin mover un músculo, como si fueran un montón de ANIMALES DE PELUCHE.
Sí, era muy aburrido.
Así que Twylla soltó la mano de Nanny Grindle (lo que no estaba permitido) y salió corriendo entre la multitud.
"¡Vuelve enseguida!", gritó Nanny Grindle, agitando un dedo cubierto de verrugas. Así que, por supuesto, Twylla sólo corrió más rápido.
"¡Si no dejas de hacerlo, no habrá besos a la hora de dormir!", gritó Nanny Grindle, con los dientes tan afilados como unas tijeras.
Twylla no tuvo más remedio que saltar sobre las cabezas de la gente como un canguro.
"¡Lo voy a contar!", sollozó Nanny Grindle, que se sonó la larga nariz en un pañuelo manchado.
Twylla se encontró atrapada frente a la jaula de los monos. La anciana se acercaba cada vez más, así que la niña no tuvo más remedio que agarrarse a los barrotes y empezar a trepar por la jaula. Estaba tan contenta cuando llegó arriba que se puso a bailar como un mono.
"¡Mírenme, soy Nanny Grindle!", gritó a la multitud que estaba abajo. Al principio, los monos se rieron, y luego lo hicieron todos los demás.
"¡No puedo soportar más esto!", gritó Nanny Grindle, tirándose del pelo. Se subió a la jaula de los monos, levantó a Twylla por encima de su cabeza y arrojó a la pobre niña al foso de los tigres. Lamento decir que una gran bestia gorda se la tragó... ¡zaz!, así de fácil.
EL FIN
Por supuesto, sólo estoy bromeando. El tigre se la tragó de verdad, pero eso no fue el final, sino sólo el principio...