Una paloma matutina ululaba desde el árbol que estaba sobre mí. La suave brisa me arrulló hasta quedarme dormida.
"¡GUAU!" Me desperté de golpe. Mi corazón latía frenéticamente. El viento silbó por mis oídos cuando me caí de la rama. Luché por recuperar el aliento. Mi brazo se estrelló contra la rama de un árbol haciéndome gritar de dolor.
"¡Lulú, vuela!" gritó Adrián.
Oh, sí, pensé para mí misma. Pasé mi examen, ahora puedo volar.
Extendí mis largas y delgadas alas detrás de mí. Pero lo hice demasiado rápido, el fuerte viento las llenó desde atrás y se dieron la vuelta como un paraguas en un día ventoso.
¡No soy muy buena en esto! Entré en pánico. Piensa rápido. ¿Cómo se solucionan las alas al revés?
Mi pie chocó dolorosamente contra otra rama que pasaba. Me hice una bolita y me agarré el tobillo adolorido. Mis alas instantáneamente se revirtieron al lado correcto.
Así es; Credo de duendecillo #15, ¡redondea tu espalda para enderezar las alas!
Revoloteé desesperadamente. Mi descenso se hizo más lento pero no se detuvo.
Escuché un comentario burlón que venía de atrás de una gran flor blanca: "¡Un duendecillo que ni siquiera puede dormir en un árbol!" Las risitas suaves me siguieron a medida que perdía más altitud.
Giré en un círculo lento e incómodo. Finalmente me dí cuenta de que mi ala inferior derecha no se había arreglado completamente. La golpeé con el brazo y se puso en su lugar. Por fin, mis cuatro alas batieron juntas y me quedé flotando.
Avergonzada, pero aliviada, sonreí a algunos de los otros duendecillos que miraban desde atrás de las hojas y flores de los manzanos. Agité mis alas inferiores un poco más fuerte y volé hacia arriba. Casi había regresado a mi hoja cuando mi cabeza se tiró hacia atrás. Una sensación de ardor recorrió la parte posterior de mi cabeza. Cambiando mis alas de nuevo al modo estacionario, me estiré hacia atrás para desenredar mi cabello de las pequeñas ramas.
Así es; Credo de duendecillo #4,