Siguiendo Al Señor Bandoofernen

A Lloyd le encantaban los paseos familiares en el parque. Jugaba persiguiendo a su mamá y luego le contaba sobre las cosas geniales que le habían sucedido, como que la escuela el próximo año probablemente, no definitivamente, será más difícil que el año pasado. Otras veces, su papá y él pateaban una pelota de fútbol de un lado a otro. Excepto últimamente, su padre generalmente pasaba el tiempo de la caminata empujando a su hermana pequeña en su cochecito mientras le daba de comer palomitas de maíz. O persiguiéndola por la hierba para evitar que caiga en el estanque los peces. Pero pase lo que pase, cada uno de sus paseos familiares por el parque terminaba con un helado de la Tienda de Golosinas de Gus, ¡lo cuál era increíble! Y sí, todo era diversión, juegos y geniales golosinas hasta que un día, hace poco tiempo, una de estas salidas al parque cambió la vida de Lloyd para siempre.

Su familia y él estaban en un parque nuevo cerca de su casa. Solo había estado abierto un par de semanas y ya habían estado allí al menos ocho veces. Era, de lejos y sin duda, el mejor parque que Lloyd había visitado jamás. Pero este día, de alguna manera fue aún mejor. Los pájaros, patos, ardillas y ranas que podía ver y escuchar parecían estar más... activos. Emocionado incluso. Y todas las flores, árboles y plantas rebosaban con colores más vivos que nunca. Los rojos eran más brillantes, los azules oscilaban como las olas del mar y los verdes eran suaves como el terciopelo. Los amarillos y naranjas estallaban como pequeños fuegos artificiales que nunca se quemaban. Todo el equipo de juego parecía ordenado y había un brillo resplandeciente en toda el área. El parque burbujeaba de anticipación por algo... o, tal vez, por alguien.

No mucho después de comenzar su caminata, la mamá de Lloyd recibió una llamada de alguien importante del trabajo, por lo que tuvo que hablar por su teléfono celular. Su hermana pequeña no estaba concentrada devorando sus palomitas, se negaba a reírse de lo mal que cantaba su papá y ni siquiera quiso galopar alegremente por la hierba. Lo que significaba que su papá estaría cuidando durante toda la caminata. Por lo que Lloyd estaba caminando detrás de todos, usando un palo para trazar una línea en el barro al lado de la acera.

Fue entonces cuando vio por primera vez a un extraño personaje vestido con un traje azul oscuro saltando debajo de unos árboles cercanos. Debajo del traje del hombre había una camisa de vestir blanca con volantes y una corbata delgada, azul oscuro y mal anudada. Sus zapatos eran viejos, destartalados con cuadrados blancos y negros. Tenía una barba castaña desaliñada y un grave caso de cabello sin cepillar. Lloyd se quedó en la acera, pero hizo todo lo posible por seguir al interesante hombre. Sin embargo, rápidamente se dió cuenta que rastrear a este hombre iba a ser una tarea difícil.

El hombre no se apegó a ningún camino y parecía no saber nada sobre líneas rectas. Saltó de roca a árbol, a arbusto, a árbol, a roca, a banco y de vuelta al suelo sin perder el ritmo. Nunca perturbó nada cerca de las plantas que lo rodeaban y tenía muchísimo cuidado de no pisar ninguna de las flores. Lloyd no estaba seguro, pero estaba bastante seguro de que los árboles, los arbustos y las brillantes flores se giraban para ver pasar al extraño hombre. En todo caso, las plantas circundantes ciertamente crujían un poco pese a que apenas había brisa. A veces, el hombre brincaba en la parte superior de una pared de roca cercana, que bordeaba la acera, por lo que Lloyd saltaba sobre la pared de roca detrás de él y brincaba siguiéndole el ritmo. De vez en cuando, el hombre miraba por encima de su hombro hacia Lloyd, pero nunca dejaba de moverse.

¿Acaso se suponía que debía tratar de atraparlo? Lloyd pensó en esa pregunta y en varias más. ¿Qué estaba haciendo el hombre en el parque? ¿Adónde iba? ¿Qué pasaría cuando llegara allí… donde sea que “allí” sea? La mamá de Lloyd todavía estaba en la llamada de su trabajo y su papá seguía distraído con su quisquillosa hermana pequeña. Así que él continuó siguiendo al hombre de traje azul con la esperanza de encontrar algunas respuestas. De repente, las cosas tomaron un giro misteriosamente mágico.

El hombre saltó de un lecho de flores a una roca alta y luego hizo un salto mortal hacia delante sobre la ancha rama de un árbol. El árbol en el que aterrizó respondió temblando como un perro mojado liberando una lluvia de hojas de colores rojo manzana, naranja atardecer y amarillo arena. El hombre atrapó algunas de las hojas en el aire y usó un palo para garabatear en cada una antes de soltarlas para que flotaran hasta el suelo. Lloyd corrió debajo de la rama del árbol y atrapó cada una de las hojas que caían con algo escrito. Había siete de ellas. Para cuando las hubo reunido

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