cute purple monster holding a daisy

Quiero mi Propio Monstruo

Solo los ojos y la nariz de Teena sobresalían de sus sábanas. Ella esperó, esperó y esperó. Ni un “pío” salió de debajo de su cama. ¿Qué estaba tomando tanto tiempo? 

“¡Esto no está funcionando!” apartó las sábanas y saltó al piso. 

“Okay, Mack,” dijo disgustada. “Lo intentaste. ¡Ya sal, aquí afuera!”.

Dos ojos aparecieron debajo de la falda de la cama, uno verde y otro amarillo. 

“Ay, Teena, lo siento” dijo Mack, el tímido monstruo de su hermano pequeño Sam. “No podía pensar en un buen BUU”. Se arrastró desde debajo de la cama. 

“Regresa con Sam,” dijo Teena. “Está casi dormido, ¡así que controla tu cola!”.

Mack se escabulló, dejando el rastro de un brillante polvo morado. El espacio debajo de la cama estaría vacío de nuevo esa noche. Todos sus amigos de la escuela tenían historias asombrosas de monstruos que compartir pero Teena ninguna.

Al día siguiente, ella habló con su amiga Jane. “Pareces cansada”, dijo Teena.

“Sí, Clyde, el monstruo hablador, me mantuvo despierta”.

Teena sonrió. “Te vendría bien un descanso. ¿Puedo tomarlo prestado ésta noche?”.

“Claro”, dijo Jane, “A las ocho en punto, ¿de acuerdo?”.

Esa noche Teena asomó su nariz sobre las sábanas. Ya eran las 8:15, pero por el momento no había señales de Clyde. Sus ojos estaban cerrándose cuando escuchó un ligero crujido en la ventana abierta. 

“Uff, ésta ventana está apretada”, dijo una voz. “Está bien, cabeza den… ¡oops! Hombros deben ir a los lados”.

Teena se sentó. “Oh, genial”, murmuró ella, “un monstruo que se habla a sí mismo.” Apartando las sábanas, dijo “¿Necesitas ayuda?”.

“¡Ahhhh!” chilló el monstruo.

“Lo siento. No era mi intención asustarte,” dijo “tú debes ser Clyde”. 

“Sí… oye, ¿me podrías dar una mano? Éste hombro no está cooperando”.

Teena suspiró, Clyde se sintió aliviado cuando ella le sugirió que regresara a su casa.

“Odio las pijamadas”, él confesó. 

Después Teena trató con Doofus, el monstruo de su prima Lucy. Su idea de ser aterrador era tener eructos ruidosos y un hedor horrible. 

“¿Qué has estado comiendo?”, preguntó Teena. 

“Um… ¿las sobras de comida para gato?” dijo él.

“Vete, vete, ¡¡VETE!!” gritó ella. 

A la mañana siguiente, Teena golpeó tan fuerte la mesa del desayuno, que su vaso con jugo se deslizó de un lado a otro. “¡Estoy cansada de los préstamos! ¡Quiero mi propio monstruo!”, se quejó. El resultado que dió su furia fue la lista para monstruos con los siguiente requisitos exactos:

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