En medio del desierto se encuentra una pequeña casa hecha de pan de jengibre y dulces. Harris y su hermana Grace viven en la casa recubierta de azúcar con su padre.
Vivir en una casa hecha de dulces es bastante divertido y pegajoso.
Hay algo especial en tener un sofá hecho de regaliz, una mesa de cocina hecha de piruletas. Paredes de las que puedes arrancar caramelos, soda saliendo de los lavabos y camas hechas de algodón de azúcar.
Pero hoy no era un día normal en el desierto. Una nube de lluvia había aparecido en el horizonte.
Para empeorar las cosas, el padre de Harris y Grace estaba ocupado en el trabajo. Esto significaba que en su primer día de vacaciones de verano, Harris y Grace estaban a cargo.
Ambos salieron de su casa, miraron hacia el cielo y vieron como la nube se acercaba cada vez más.
“¿Crees que la nube de lluvia llegará a nuestra casa?” preguntó Grace.
“No estoy seguro, pero debemos estar preparados si es que sucede” dijo Harris.
“A papá no le gustaría volver a casa y encontrar una montaña de dulces empapados y derretidos en el suelo” mencionó Grace.
Un trueno retumbó en la distancia mientras la nube de lluvia se acercaba. Harris y Grace se miraron, y supieron que debían actuar rápidamente.
"¿Qué tal si usamos el columpio de caramelo?" sugirió Grace. “Podríamos balancearlo en el aire y golpear la nube lejos de nosotros”.
Otro trueno retumbó en el cielo. La nube de lluvia se dirigía directamente a su casa.
Harris y Grace corrieron hacia el columpio de caramelo que colgaba del manzano acaramelado y lo bajaron.
“Tenemos que hacerlo juntos” instruyó Harris. "¿Lista? Uno, dos, tres."
Harris y Grace la giraron con todas sus fuerzas hacia la nube. Fallaron y rápidamente aterrizó en el suelo enredándose a sus pies.
“Es demasiado pesado y pegajoso” dijo Grace. "¿Ahora que?"
