Delia correteó. Delia brincó. Delia saltó y brincó y correteó.
Jasper paseó. Jasper deambuló. Jasper anduvo, deambuló y paseó.
Delia brincó alrededor de Jasper cantando "¡tra, la, la, la, la!"
Jasper se detuvo para mirar una hoja.
¡Una hoja!
"¡Jasper! Date prisa”, chilló Delia. “Llegaremos tarde a la fiesta en casa de Jack.”
“Las fiestas de Jack son aburridas. Siempre con la historia de ese maldito tallo de habichuelas y todos esos huevos de oro.”
“Jack comparte sus huevos de oro conmigo”, replicó Delia.
"Adelante entonces, hermanita", insistió Jasper, ahuyentándola lejos. "Tengo una investigación que hacer".
Sacó una lupa de su bolsillo y estaba agachándose para mirar más de cerca a un insecto interesante cuando la voz de su hermana se elevó por el camino, perforando el aire y golpeando su tímpano a todo volumen.
“¡Jaaaaassspppeerrrr! ¡¡¡Ven a ver, ven a ver!!!”
Jasper se puso de pie de la forma en que solo Jasper podía hacerlo, lentamente... y con cuidado. Sus palabras imitaban sus movimientos.
“Delia. Sea lo que sea, sin duda puede esperar. Estoy investigando…”
Delia agarró la manga de Jasper y tiró, "esto...", Delia tiró un poco más, "... no puede...", Delia saltó mientras tiraba, "... ¡esperar!"
Delia corrió adelante y regresó dos veces antes de que Jasper estuviera lo suficientemente cerca para ver de qué se trataba toda la emoción.
"¡Ves, ves!"
Jasper dejó caer su lupa, "Necesitaré una mucho más grande que esta", dijo.
Ante ellos se encontraba el espécimen con el crecimiento más grande, y el hogar de otros crecimientos, que Jasper había visto jamás.
"¡Te dije que Jack estaba diciendo la verdad!" En medio de los rebotes que daba Delia, apenas se podía ver la gran sonrisa que lucía su rostro. "Vamos", dijo tratando de impulsarse hasta la gigantesca hoja más baja.
"Tendré que conseguir algunos suministros", dijo Jasper, mientras comenzaba a alejarse.
“Como quieras”, dijo Delia. “¡Pero no le digas a mamá a dónde vamos!”
"Tengo que decir..." comenzó Jasper. “No, nop, esta vez creo que tienes razón, hermanita. Mamá nunca estaría de acuerdo y esto es definitivamente algo que necesita explorarse. ¡No trepes demasiado alto! Ya vuelvo."
Y, por primera vez en su vida, Jasper corrió.
Delia subió lentamente, sólo porque le era difícil. Ella era una persona diminuta comparada con este tallo gigante de frijol que crecía en medio del camino. Mientras subía, se preguntaba en voz alta.
“Tal vez Jack dejó caer algunos de esos frijoles mágicos, o tal vez ese vendedor ambulante volvió y tiró algunos. Tal vez veamos al gigante o tal vez... Oh, ¿por qué soy tan pequeño? Desearía poder llegar a la cima del tallo en un abrir y cerrar de ojos”.
Delia parpadeó y de repente su cabeza estaba en las nubes. Una brisa húmeda voló junto a ella. A la distancia se veía un enorme castillo.
"¡Justo como dijo Jack!"
Delia se levantó y comenzó a correr hacia el castillo. "Me pregunto qué se habrá llevado el gigante recientemente que yo podría recuperar".
Delia corría tan rápido que apenas se dio cuenta que, al salir del bosque, estaba en una calle. Se detuvo justo antes de ser aplastada por un caballo y un carruaje.
Delia estaba fascinada por lo que vio. A lo largo de la calle habían carros y puestos llenos de extraños productos en venta.
“¡Venta de alas!” gritó un hombre corpulento. “¡Compre dos y llévese uno gratis!”
“¡Polvos para pociones! ¡Consigue los polvos para tus pociones!” gritó un comerciante.
“¡Un acertijo a cambio de un deseo!” retumbó otra voz.
"¡Igual que el mercado, pero con cosas mágicas para comprar!" chilló Delia. "Hmmm... solo hay un problema, no tengo dinero".
En un instante, el comerciante que gritaba sobre acertijos y deseos estaba en su cara. "¡Sin dinero! Bueno, entonces tendremos que deshacernos de ti.”
“¿Deshacerse de mí? Pero ni siquiera he intentado comprar nada todavía”, dijo Delia. "¿Vas a darme de comer al gigante?"
El cuerpo del comerciante se dobló. Agachó el rostro, su aliento cálido y maloliente en la cara de Delia.
Ella tembló por un momento, y luego vio el brillo en los ojos del comerciante.
"¡Estas tirando de mi pierna!" dijo ella sonriendo.
“¡Ahhhhahahahahahaha! Pero espera un minuto,” dijo el comerciante. “tienes que pagarme por el deseo que compraste a crédito”.
"El deseo…? Oh, Yo sí deseé poder llegar a lo alto del tallo más rápido, ¿verdad? Pero, ¿cómo puedo pagar? ¿Puedo trabajar o algo así?”
"¡Já, pequeña muchacha! ¡Todos somos seres mágicos aquí! ¿De verdad crees que necesitamos dinero o gente que trabaje para nosotros?”
"Umm... bueno... ¿qué necesitas entonces?"
“Es un acertijo”, dijo el comerciante.
"¿Qué quieres decir? ¿No me vas a decir cómo pagarle?
“Para nada, pequeña dulzura. ¿No escuchaste mi popular anuncio?
Delia jugó con su cabello recogido y frunció el ceño mientras pensaba. De repente, saltó sobre un pie mientras los recuerdos llenaban su mente. “¡Un acertijo a cambio de un deseo! Entonces, ¿soy yo quien debe preguntar o responder?”
"Responder, por supuesto", dijo el comerciante. "Conozco todos los acertijos, los colecciono, ¿sabes? ¡Así que estoy muy seguro de que gente como tú no podría desconcertar a gente como yo!"
"¡Hiciste una rima!"
“¡Ajajajaja! ¡Pequeñita, haces que mis entrañas sonrían hasta llegar a mi estómago, tanto es así que se desborda hasta mi boca y sale con una gran carcajada!” suspiró con fuerza él y agregó: "Reír es algo increíble, ¿no es así?".
"¡Tú también me haces sonreír y reír!" dijo entre risas.
“Ay, niña risueña, ahora debemos ponernos serios. Aquí está tu acertijo.”