“¿Cantar? ¡No puedo cantar! ¿Qué?… esto… no lo haré… ¡de ninguna manera! ¿Cantar? ¡No puedo!” Ela levantó sus brazos en el aire, agitándolos como si tratara de aplastar una abeja imaginaria. Luego juntó sus manos y caminó de forma apresurada de un lado a otro sobre el suelo tosco de la cabaña. Finalmente, Ela se derrumbó sobre su cama, enterrando su cara en la almohada y deseando simplemente desaparecer.
“Cálmate Ela. ¡Todo está bien, no te preocupes!” Su amiga Marley trató de consolarla con su suave voz.
Las niñas estaban en la litera de Ela en la cabaña Mack-Mack en el campamento de verano de Mackersnacker. Era el final de sus dos semanas de diversión y el gran programa de talentos “Mack-Snack” tomaría lugar esa noche. Se presentarán doce participantes quienes calificaron en base a cuántos puntos había conseguido en cada habilidad aprendida durante el campamento. Ela y los otros once participantes habían sido anunciados más temprano en la mañana durante un desayuno especial del campamento. Durante la ceremonia, cada uno se paró frente al viejo barril “Snacker” y sacó una pelota de ping pong al azar. Escrito en la pelota estaba el nombre de la habilidad que tenían que demostrar durante el espectáculo. Cuando fue el turno de de elegir su destino, Ela había escogido lo que bien podría haber sido una serpiente viva retorciéndose. Su pelota de ping pong tenía en ella una palabra aterradora: CANTAR.
“¡Cualquiera de las otras habilidades y yo rockearía!” dijo Ela. “Debo haber alcanzado el menor puntaje en cantó. Podría demostrar cosas muy geniales como por ejemplo hacer collares de cuentas o pintar rocas artísticas. Pero NOOOOO, tengo que pararme en el escenario sola, como una perdedora, y cantar una aburrida canción vieja”.
“No tiene que ser aburrida. ¡Podría ser la noche más rockera de la historia!” dijo Marley.
Ela sabía que su amiga solo estaba tratando de ayudarla pero, ¿ella qué sabía? Ella no tenía que cantar, a pesar de que era increíble en eso. Ela sabía que Marley definitivamente podría haber sido una de las mejores artistas del campamento si lo hubiera intentado. En cambio, Marley había pasado las semanas convirtiendo cada una de las habilidades aprendidas en representaciones artísticas, peculiares y extrañas. Nunca hubo ninguna duda, Marley era muy talentosa en todo.
En ese momento, Ela recordó que había querido preguntarle a su amiga donde había estado durando varias horas temprano por la tarde y cuál era esa canción extrañamente familiar que había regresado tarareando. Sin embargo, antes de poder hacerlo, Marley saltó de la litera de Ela y se disolvió en sus vibrantes movimientos de caminar bailando mientras se dirigía hacia la puerta. Marley se giró, meneó, onduló mientras movía sus brazos de un lado a otro, hacia adelante y hacia atrás, girando sus manos alrededor de su cabeza. Sus aleatorios pasos, largos y cortos, se mezclaban en un zigzagueo perezoso. hacía que Ella sonriera y deseara tener las agallas para caminar bailando. Esta vez, solo la hizo sentirse celosa del estado de ánimo constantemente relajado de su amiga.
“¡Caminar bailando te ayuda a levantar las buenas vibras!” dijo Marley.
“Solo lo haces para que la gente te mire”, contestó cortante Ela .
“No, no es así”, respondió Marley. “Y no deberías criticarlo. ¡Caminar bailando es lo que haces cuando estás realmente viva!”.
Ela sólo frunció el ceño y presionó sus brazos con fuerza alrededor de su estómago, sin dejarse llevar por la positividad de su amiga.
Marley brincó de regreso al lado de su Ela, abrazó a su amiga y le susurró, “después de que te hayas vestido con tu atuendo para la presentación,